Después que Irene y yo huimos de la casa fuimos a un hotel a terminar e pasar la noche pero tuve que empeñar mi reloj para poder pagar una noche. Al siguiente día fuimos a la comisaria a reportar que la casa había sido invadida por unos extraños, cuando volvimos a la casa en compañía de la policía y entramos por la fuerza lo único que encontramos fue a unos conejos saltando por toda la casa. Después de todo en conjunto con la policía llegamos a la conclusión de que nadie se había entrado sin permiso a la casa y que Irene y yo nos asustamos sin tener motivo alguno. Volvimos a la casa después de unos días y allí nos quedamos haciendo lo mismo que antes levantándonos a la siete de la mañana a limpiar, a las once yo me iba a ala cocina, entre otras cosas, pero esta vez hubo una diferencia que en las tardes jugábamos un poco con los conejos y les dábamos de comer, y allí nos quedamos en esa inmensa casa sin tener con quien compartirla.
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